lunes, 11 de julio de 2011

Una de economía en crisis

La economía invade nuestras vidas. Estamos en crisis, o eso nos dicen, o eso notamos en nuestros bolsillos.
A estas alturas está claro quiénes son los culpables de esta crisis: un sector financiero que, en primer lugar ha jugado con fuego y, cuando el incendio se extendió, se dedicó, literalmente a robarnos a todos los demás. Está claro, a estas alturas, que las medidas aplicadas en un primer momento para que el "crédito volviera a circular por nuestra economía" serán conocidas por la historia como un episodio de robo planificado y desmedido.
Recomiendo a todo aquél que tenga un interés especial en este asunto, la lectura del último libro de Joseph Stiglizt sobre el particular titulado: "Caída libre: el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial" (recomiendo especialmente su lectura en la versión inglesa). Stiglitz, economista laureado con el Nóbel de economía, no lo duda: la responsabilidad de los que manejaban el sector financiero y la de los políticos que después actuaron a su dictado es tan manifiesta que resulta sonrojante. Lo interesante de su ensayo es que él conoce personalmente a los responsables de los que habla, lo cuál tiene que ser especialmente sorprendente, máxime cuando todo lo que ha sucedido se venía venir a menos que contaras con algunos conocimientos, información y sentido común.
Aquella crisis, a punto de dar al traste con el sistema económico mundial, y que aún no está resuelta, es bien directamente gestionada por aquellos que la provocaron  o bien por otros que aplican las recetas que éstos les dictan. Los pirómanos están intentando apagar el fuego, llevándose por el camino millones y millones de euros en bonus.
El último episodio es el ataque de los "mercados" a las deudas soberanas, con los cómplices de turno dedicados a analizar interesadamente las solvencias bajo la careta de las agencias de rating. Los sectores económicos que generaron beneficios record ya no están disponibles y por ello hay que buscar otros suculentos pasteles. Ahora la mira del disparador está puesta en la deuda soberana. Harán todo lo posible para que el interés de esta deuda se incremente y, cuando ya no pueda satisfacerse, correrán ávidos de beneficio fácil hacia los restos privatizados y recortados del estado del bienestar.
Los Gobiernos tienen que saber que no es posible arreglar el problema si los que poseen voz permanente en los foros donde se toman las decisiones son siempre los mismos. Especialmente, la izquierda debe saber que si ejecuta lo que se escucha en estos foros estará metiéndose goles en su propia portería y estará dejando vía libre al paso que marcan los mercados. El sueño de conjunción entre Estado y mercado libre, aquello por lo que aspostó el ideal socialdemócrata, se habrá esfumado definitivamente.
En el argumentario político de los dos grandes de nuestro país ya no se discute: el interés general coincide con el interés de las empresas pues éstas son las que crean empleo. Toda política en favor de las empresas es, por tanto, en beneficio del interés general.
Este es el argumento que esgrimieron los responsables estadounidenses encargados de la regulación del sistema financiero para no regularlo. Lo aseguraron incluso días y horas antes del batacazo. Aquél que se produjo justo antes de que se hiciera necesaria la mayor intervención estatal de la historia en los mercados justamente para salvar a instituciones financieras que los linces del rating aún calificaban, en ese momento, como AAA.

1 comentario:

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